Echando la vista atrás un año, reconozco que el dos mil trece no empezó demasiado bien. Lo que prometía ser una noche de fiesta sin fin, se terminó a las 5 de la mañana tomando chocolate con churros en un bar en el que la música estaba demasiado alta. Enero acabó tan mal como empezó, pues el 18 de ese maldito mes perdí a una amiga que conocí durante mi Erasmus, una chica de sonrisas infinitas que llevaba demasiado tiempo luchando contra una Leucemia. Sin duda el cáncer ha sido una de las enfermedades más presentes en mi 2013, pues hace unos meses también diagnosticaron a un amigo y a la madre de una amiga que se encuentran luchando en estos momentos con uñas y dientes. Durante este año también he perdido, aunque no de la misma forma, a gente que era muy importante en mi vida y, sin embargo, ahora no sé nada de ellos. Os sorprenderíais al ver el cambio que ha dado mi vida en un solo año: me distancié de mi grupo en varias ocasiones, me tacharon de hablar a espaldas de otros y terminaron por hacer lo mismo conmigo, discutí una y mil veces, me sentí juzgada y finalmente me fui alejando inconscientemente hasta darme cuenta de que tocaba empezar de nuevo. A veces distanciarse es inevitable y no es porque ya no queramos a esas personas, sino que la convivencia y los roces se hacen muy dolorosos. Así que tomando como excusa el comienzo de un nuevo año hace unos días decidí que en este 2014 toca empezar de cero en algunos aspectos de mi vida.
Tras leer estas líneas os pensaréis que mi año ha sido una basura, pero la vida me ha enseñado que las cosas malas solo sirven para ayudarnos a ver con más claridad lo que nos sale bien, así que ahora vamos a empezar con lo bueno. En enero los Reyes me trajeron mi adorado Kindle para que pudiese dar rienda suelta a mi pasión lectora sin tener que acabar con dolor de espalda por andar con libros como «El temor de un hombre sabio» a cuestas, porque sí... llevar algunos libros en el bolso es una tortura. Más tarde en febrero, concretamente el martes de carnaval, desvirtualicé a la que ahora mismo es uno de mis apoyos más grandes, una chica con un carácter de mil demonios, pero que se hace querer. Más tarde, en mayo, conseguí sacarme la asignatura que me quedaba y convertirme por fin en Licenciada en traducción e interpretación. En junio cumplí mis 24 e hice cuatro añazos con el bicho que más quiero en el mundo mundial, el único que sigue a mi lado pase lo que pase y me cuida como nadie. Este año también me dio la oportunidad de empezar a hacer pequeños trabajos de traducción para una editorial de juegos de mesa y dar clases particulares para ir ganando algo de dinero. Fue en octubre cuando conocí a la segunda de mis trenquitas, una pequeñuela que todavía está llena de inocencia y a la que me encanta ver ilusionada cada dos por tres. Y entre todos estos acontecimientos que considero importantes en este año que ya se acaba, también tuve tiempo de pasar noches de bailes y locuras, tardes de crazy teas y sonrisas, días de mimos bajo las mantas y miles de instantes que me hicieron sonreír y olvidarme de los problemas aunque solo fuese por momentos.
Querido 2013, no has sido el mejor año de mi vida: me has traído tristezas, pero hay que reconocer que también me has regalado alegrías y por eso hoy te quiero despedir como es debido: ¡Que tengas buen viaje y seas feliz allá dónde vayas! Dile al 2014 que se porte mejor conmigo y con los que quiero, yo creo que ya nos merecemos un año de buenas noticias.
Y a todos vosotros desearos el mejor 2014 que os podáis imaginar, un besiño enorme :*